Uno de abril. Día de aniversarios
Hoy se cumplen setenta años del final de la guerra civil y principio del calvario de la posguerra y la victoria franquista. Hace setenta años se oyó en Radio Nacional el famoso parte de fin de guerra. Una guerra ganada por los rebeldes y perdida por el Estado democrático. Unos rebeldes que no pudieron soportar perder las elecciones en 1936 y ver que los cambios que se estaban realizando, reducían sus prebendas y privilegios.
Fueron muchos los que murieron. Demasiados. Pero a esa guerra injusta, ganada por los militares rebeldes al pueblo, hay que sumar los sinsabores de la posguerra. Porque en este caso, la guerra no dio lugar a la paz, sino a la victoria, y ésta se estuvo blandiendo durante cerca de cuarenta años. Y todavía hoy quedan secuelas. Heridas no cerradas que una Ley de la Memoria insuficiente no permite cerrar. Hay que conseguir la dignidad de aquellos que se dejaron la vida o que sufrieron tremendas represiones por el hecho simple de haber defendido el orden constitucional.
Como homenaje a esa generación que dio todo por defendernos de los franquistas, escuchen a esta mujer de noventa y cinco años, son nueve minutos impagables. Trinidad Gallego Prieto, madrileña, de noventa y cinco años cuenta su final de la guerra.
Hoy también se cumplen cincuenta años de la inauguración del Valle de los Caídos. Ese macro-monumento franquista que se erigió para recordar la ignominia de una época nefasta. Y que fue construido por presos políticos, cuyo único delito era haber estado al lado de la razón durante la guerra, al lado de la República. Allí quedaron enterrados muchos de ellos. Muertos de hambre, frío, cansancio. Seguramente apartados a patadas del lugar de trabajo para no interrumpir esa obra.
Hoy es el centro vivo del franquismo. Allí está enterrado José Antonio, el fundador de la falange y Franco, el dictador genocida. El primero por orden del segundo, y Franco por orden del Rey que de esta manera le premió el ser nombrado monarca heredero. Y allí todos los años en fechas claves para ellos, los franquistas festejan sus epopeyas y recrean la Victoria de forma explosiva. Hoy sigue siendo un punto de referencia donde se encuentran los héroes franquistas, guardados a recaudo por los padres benedictinos, cuyo Abad es un negacionista confeso del genocidio franquista.
El Valle de los Caídos ha de quedar como recuerdo infame de lo que fue el franquismo. Un Museo del Horror, al estilo de lo que han hecho con algunos campos de exterminio nazi. Donde se pueda ver los crímenes que se perpetraron durante el franquismo y donde los investigadores puedan estudiar sobre los horrores de la guerra civil y la posguerra.
Y, por último, hoy, 1 de abril, se firma el pacto PSE-PP para gobernar Euskadi, del que ya he hablado, largo y tendido en mi anterior entrada. ¿Será casualidad la fecha?
Hoy se cumplen setenta años del final de la guerra civil y principio del calvario de la posguerra y la victoria franquista. Hace setenta años se oyó en Radio Nacional el famoso parte de fin de guerra. Una guerra ganada por los rebeldes y perdida por el Estado democrático. Unos rebeldes que no pudieron soportar perder las elecciones en 1936 y ver que los cambios que se estaban realizando, reducían sus prebendas y privilegios.
Fueron muchos los que murieron. Demasiados. Pero a esa guerra injusta, ganada por los militares rebeldes al pueblo, hay que sumar los sinsabores de la posguerra. Porque en este caso, la guerra no dio lugar a la paz, sino a la victoria, y ésta se estuvo blandiendo durante cerca de cuarenta años. Y todavía hoy quedan secuelas. Heridas no cerradas que una Ley de la Memoria insuficiente no permite cerrar. Hay que conseguir la dignidad de aquellos que se dejaron la vida o que sufrieron tremendas represiones por el hecho simple de haber defendido el orden constitucional.
Como homenaje a esa generación que dio todo por defendernos de los franquistas, escuchen a esta mujer de noventa y cinco años, son nueve minutos impagables. Trinidad Gallego Prieto, madrileña, de noventa y cinco años cuenta su final de la guerra.
Hoy también se cumplen cincuenta años de la inauguración del Valle de los Caídos. Ese macro-monumento franquista que se erigió para recordar la ignominia de una época nefasta. Y que fue construido por presos políticos, cuyo único delito era haber estado al lado de la razón durante la guerra, al lado de la República. Allí quedaron enterrados muchos de ellos. Muertos de hambre, frío, cansancio. Seguramente apartados a patadas del lugar de trabajo para no interrumpir esa obra.
Hoy es el centro vivo del franquismo. Allí está enterrado José Antonio, el fundador de la falange y Franco, el dictador genocida. El primero por orden del segundo, y Franco por orden del Rey que de esta manera le premió el ser nombrado monarca heredero. Y allí todos los años en fechas claves para ellos, los franquistas festejan sus epopeyas y recrean la Victoria de forma explosiva. Hoy sigue siendo un punto de referencia donde se encuentran los héroes franquistas, guardados a recaudo por los padres benedictinos, cuyo Abad es un negacionista confeso del genocidio franquista.
El Valle de los Caídos ha de quedar como recuerdo infame de lo que fue el franquismo. Un Museo del Horror, al estilo de lo que han hecho con algunos campos de exterminio nazi. Donde se pueda ver los crímenes que se perpetraron durante el franquismo y donde los investigadores puedan estudiar sobre los horrores de la guerra civil y la posguerra.
Y, por último, hoy, 1 de abril, se firma el pacto PSE-PP para gobernar Euskadi, del que ya he hablado, largo y tendido en mi anterior entrada. ¿Será casualidad la fecha?
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